domingo, 31 de octubre de 2010

Alternativas para el cultivo de la naranja en Valencia (y III): Economía ecológica, una oportunidad.


La economía ecológica ofrece oportunidad de negocio o trabajo que podamos desarrollar en una economía sostenible, que ayuden a reducir el consumo de energía, las emisiones de gases efecto invernadero, que eliminen deshechos o contaminación y que protejan o restablezcan ecosistemas y biodiversidad.
Ya existen iniciativas basadas en la comercialización directa por parte de los productores para ponerla directamente en las manos de los consumidores finales. Con gracejo familiar y lenguaje tan directo como sincero, la red está inundada de cientos de webs en las que citricultores particulares anuncian las virtudes del modo tradicional de producir y de cómo, tras frustrantes experiencias, han buscado una vía con la que mantener sus explotaciones y salvarse de la ruina. Así se describe en un interesante artículo de la Gaceta Agrícola.
En el campo de la agricultura valenciana se abre un amplio abanico de oportunidades, quizás una de ellas podría ser la recolección de la flor de nuestros naranjos, el azahar.
Mientras las cooperativas sigan comprando naranja a 12 céntimos de euro el kilo, cualquier opción será mejor que el abandono progresivo de toda la huerta valenciana. La economía tradicional aplicada al naranjo valenciano ha puesto el acento en la mejora de la maquinaria de recolección para abaratar el coste, así como la investigación en variedades tempranas. Sin embargo, la mayoría de los huertos de naranjos son demasiado pequeños para el alquiler de maquinaria de recolección. Además, los cambios en los gustos del consumidor europeo apuntan más hacia el cultivo sostenible y la calidad.
La diversificación de usos del cultivo podría ser, por lo tanto, una de las claves. En la Francia meridional, por buscar un paralelismo, el cultivo de lavanda es un elemento esencial de la agricultura, como podemos apreciar en el Museo de la Lavanda. Estamos hablando de más de 1.000 toneladas de producción y cifras de negocio que superan los 18 millones de euros anuales. Eso sin contar con los beneficios de productores y comerciantes que han creado un verdadero imperio de productos en torno a la figura de esta flor silvestre.
Existen más de 30 especies de lavanda y los precios de mercado son muy variables dependiendo de la calidad del producto. Sin embargo, podemos decir que oscilan entre los 15 y 62 euros por kilo de aceite esencial. Por su parte, otro caso es la esencia de rosas producida en Turquía donde alcanza precios astronómicos que giran en torno a los 80.000 €/kilo.
Nuestra flor de azahar valenciana tiene propiedades calmantes y relajantes, un olor delicioso una vez destilado su aceite esencial; también podríamos diseñar manteles e incluso hacer pastelería típica de la zona porque su aroma es excelente para la elaboración de cualquier dulce.
Además de la naranja como cultivo de la zona con propiedades curativas, la cereza, el almendro, la vid, el olivo o el higo son otros productos de la tierra que podrían tener un rendimiento mucho mayor si, cultivados de forma ecológica en Valencia se utilizaran, por ejemplo, para su comercialización o en la creación local de cosméticos naturales, lo que redundaría en la creación de trabajo de calidad en la zona.
Otro asunto diferente es la diversificación de los cultivos. La generalización del naranjo como monocultivo a principios del siglo XIX trajo consigo el abandono de muchas variedades típicas de la zona. La consecuencia más inmediata es que la variada gastronomía levantina ya no se cocina con productos de las huertas colindantes sino, en gran medida, con productos que han viajado miles de kilómetros para llegar a nuestras cazuelas.
La recuperación de la gastronomía popular, otro de los grandes atractivos del turismo alternativo en el área valenciana, debería estar regida en primer lugar con la recuperación de la soberanía alimentaria de los pueblos que el cultivo de la naranja desterró hace dos siglos. Variedades de productos típicos como el calabacín y la calabaza, el melón y la sandía, el ajo, la alcachofa, las pencas, y diversos tipos de hierbas aromáticas como el tomillo y el romero están siendo recuperadas.
Para crear nuevos empleos hace falta mirar con otros ojos lo que nos rodea, apostar por nuestros productos y emprender proyectos nuevos. Las oportunidades están ahí, sólo es necesario creer en ellas.

Si esta entrada del blog te ha parecido relevante, y quieres ayudarnos a mantenernos, agradecemos tu interés y participación. Y además, no dudes en escribir comentarios si quieres hacer alguna aportación.

Otros artículos de la serie “Alternativas para el cultivo de la naranja en Valencia”:

Fotografía: www.morguefile.com

Alternativas para el cultivo de la naranja en Valencia (II): Los motivos de esta crisis.


Concentración de la demanda
Cinco grandes cadenas controlan el 40% de la producción. Por otro lado, según la European Marketing Distribution, en los próximos años, diez cadenas de minoristas podrían dominar el 75% del mercado alimentario europeo.

La mayoría de naranjas que se produce en España van al mercado europeo, y evidentemente esta concentración de la demanda unida al exceso de oferta, derivan en prácticas abusivas por parte de operadores y grandes cadenas, llegando a exigir los precios a pagar y las características de las naranjas. Los operadores ven estipulado y ahogado su precio de venta, aunque no lo defienden y acaban trasladando dicha reducción al agricultor a quién compran sin precio y tras hacer las cuentas le dan una pequeña limosna.
Los que menos notan la crisis son los grandes operadores y multinacionales agro-exportadoras, que trabajando con grandes volúmenes de fruta pueden vender barato y seguir obteniendo beneficios. Por eso, también desaparece el pequeño operador tradicional que no puede competir.
Sin embargo, hay un tercer y principal culpable en todo este caos: las diferentes administraciones políticas. Han permitido y han facilitado que grandes supermercados y centros comerciales vayan desplazando al pequeño comercio familiar de toda la vida, monopolizando la distribución y venta. No han establecido ninguna legislación en materia de precios agrarios. Toleran vergonzosamente que los agricultores reciban limosnas a cambio de unas naranjas que llegan al consumidor a unos precios carísimos.
El Observatorio de Precios del MAPA para la campaña 2006/07, señaló que el productor obtenía el 10% del precio final en destino. Es decir, le pagaban a 0,17 euros/kilo una fruta que llegaba al consumidor a un precio de 1,62 euros/kilo. El mayorista se quedaba con el 31% y el minorista con el 59%. Otro ejemplo, con información de la Universidad Politécnica de Valencia, se indicaba que la clementina salía de los operadores a un precio promedio de 0,47 euros/kilo. El precio final de venta en supermercados era de 1,99 euros/kilo. Es decir, el agricultor obtenía el 10% del precio final, el comerciante y la cooperativa el 15% y los intermediarios y supermercados se llevaban el 75% del valor final. Según las organizaciones agrarias, en algunos lugares de Europa se llegaron a vender a 3 euros/kilo, lo que muestra una posición de abuso mayor hacia el productor y el consumidor.

Aumento de la producción
Hay un exceso de oferta, la producción de cítricos ha crecido mucho más que la demanda. Cualquier agricultor a quién se le pregunte dice lo mismo: hay mucha naranja.
Al aumento de superficie y producción hay que añadirle otro fenómeno paralelo: la disminución en el número de explotaciones. Entre 1989 y 1999 descendieron prácticamente en todas las zonas naranjeras. Esto sugiere que se está produciendo una concentración de la tierra. Aunque muchos agricultores han venido adquiriendo nuevas fincas, también grandes empresarios de la construcción, azulejeros, aristócratas, grandes comerciantes, etc. se han convertido en nuevos terratenientes. Incluso hay grupos de inversión dedicados a obtener réditos a través del cultivo de nuevas fincas citrícolas. Los minifunditas de toda la vida desaparecen ante la crisis, mientras los ricos e inversionistas acaparan cada vez más tierra, producción y beneficios.
No se debe tolerar en un estado democrático, que decenas de miles de personas pierdan su forma de vida porque así lo establezca una doctrina económica destructiva, que desconocemos y que nos están imponiendo sin consultarnos.

Las importaciones
En las importaciones se pueden distinguir dos canales de entrada. El primero correspondería a la fruta manufacturada que entra directamente en los mercados europeos. Los productores en la cuenca del Mediterráneo se agrupan en una organización denominada CLAM, que engloba a España, Francia, Italia, Grecia, Turquía, Israel, Egipto, Túnez, Argelia y Marruecos. En las últimas temporadas España ha exportado el 50% de las naranjas de la zona mediterránea, lo que supone si comparamos con temporadas de los años 80, un aumento en la exportación de naranjas. A nivel mundial, España exporta alrededor del 25% de la naranja mundial. Los mercados de destino han sido los europeos, salvo porcentajes irrelevantes a EEUU y Oriente Medio. Comparar las cifras actuales con otras más antiguas, permite concluir que España ha mantenido su cuota de exportación a nivel mundial en naranjas. Por lo tanto, este canal de importaciones no ha influido en la crisis de la naranja valenciana.
Existe una segunda vía de entrada de naranja de otros lugares del mundo, a través de operadores españoles que compran naranja del exterior para mantener sus mercados y clientes una vez finalizada la campaña y la producción española, evitando así que otros se adueñen de dicho espacio.
Aunque dichas importaciones se suelen efectuar fuera de temporada, es cierto que al principio y final del período éstas se han solapado con la producción nacional, llegando a existir producción extranjera en plena campaña. El sector siempre ha tolerado este tipo de importaciones porque, en un principio, se producían en contra-estación y mantenían los canales de distribución de nuestros operadores comerciales, pero ahora conllevan problemas como plagas o el aumento de la competencia como herramienta comercial para presionar los precios y chantajear al productor local.
La importación de naranjas del exterior no tiene porque beneficiar necesariamente a los agricultores de los países del sur. Este falso axioma hay que analizarlo: El 75% de las explotaciones citrícolas valencianas (país del norte) son de menos de 10 hectáreas y tan sólo el 2,5% superan las 20. Según el Instituto de Comercio Exterior, en Marruecos (país del sur), el 75% de la superficie agrícola marroquí corresponde a pequeñas explotaciones familiares, dedicadas prácticamente a una agricultura de subsistencia. El 25% restante lo constituyen grandes explotaciones agrícolas de regadío, modernas y con una clara vocación exportadora. Por lo tanto en Marruecos, el pastel de la agroexportación está en manos de unos pocos afortunados con grandes superficies de las mejores tierras. Paradójicamente también hay agricultores españoles que han “deslocalizado” su producción porque “mientras que un bracero cobra en España 40 euros de media por jornada, en Marruecos reciben cinco. El agua aquí cuesta 30 céntimos de euro el metro cúbico. Allí, 10 veces menos. Lo mismo pasa con el gasóleo para los camiones: un 25% menos en Marruecos. Y, encima, la gran extensión de tierra que va a tener le permite abaratar muchos costos.” Como dato curioso, el 80% de las exportaciones freseras marroquíes estaban en manos de empresarios españoles.

Problemas estructurales del sector
En teoría, el problema de la "compra a resultas” surge con las cooperativas. Por su funcionamiento están obligadas a recoger toda la producción, incluida la fruta de menor calidad. Si tenemos en cuenta el incremento de producción de los últimos años, la consecuencia es obvia: grandes cantidades de fruta llenan las cámaras frigoríficas y tienen que salir a un mercado que monopolizan unos pocos intermediarios. Esto se ve agravado por la desorganización varietal, ya que una sola variedad se cultiva masivamente lo que obliga a los operadores a lanzar al mercado cientos de miles de toneladas en tres meses. Antes, algunos comercios detenían los envíos cuando los precios bajaban esperando el incremento de las cotizaciones, pero las cooperativas rompieron esa dinámica y los comercios privados se vieron obligados a copiar prácticas como comprar sin precio o enviar masivamente fruta sin consideración alguna. Y lo hicieron con suma alegría, pues al comprar sin precio al agricultor pueden pagarle a final de temporada lo que quieran. Si los ingresos totales han sido menores porque los precios en el mercado fueron bajos, los operadores restan a esos ingresos los otros costes de producción existentes, se quedan con su porción de beneficios y el resto lo reparten al agricultor. Así se genera un efecto perverso ya que el operador está dispuesto a comprimir el precio de venta por kilogramo, siempre y cuando logre cubrir costes y asegurarse una ganancia mínima. Luego podrá aumentar esa ganancia si logra incrementar la cantidad de kilos vendidos. Por eso al operador le interesa sacarse de encima la mayor cantidad de producción sin defender los precios. La gran cantidad de fruta y la nula cooperación entre los operadores desembocan en una competencia entre éstos por reducir al máximo los precios para poder vender la naranja.
Además existe una opacidad de la "compra a resultas”, por que el comercio privado establece el precio a pagar al agricultor pero no explica cómo lo obtuvo. Se desconoce el preció al que vendió la fruta, los costos de producción y su margen de ganancia por kilo.
Todo esto conduce a la actual crisis del productor. El caos se origina porque el mercado está en pocas manos y los operadores (que son muchos) no se ponen de acuerdo en establecer un precio mínimo de venta e incluso compiten entre ellos.

Si esta entrada del blog te ha parecido relevante, y quieres ayudarnos a mantenernos, agradecemos tu interés y participación. Y además, no dudes en escribir comentarios si quieres hacer alguna aportación.

Otros artículos de la serie “Alternativas para el cultivo de la naranja en Valencia”:

Fotografía: www.morguefile.com

Alternativas para el cultivo de la naranja en Valencia (I): Antecedentes.


Recientemente he pasado unos días en la provincia de Valencia visitando familiares y amigos, y al regresar a casa he encontrado en la bandeja de entrada de mi correo electrónico un interesante artículo, procedente de Ecoticias, relativo a la problemática y zozobra que están viviendo la citricultura valenciana, y siendo más concretos: los agricultores valencianos de naranjos; porque la crisis la sufren los productores, ya que el resto de la cadena productiva, especialmente los distribuidores, siguen gozando de una excelente salud económica. Estas circunstancias pueden servir como reflejo de otras crisis agrícolas en otros lugares del mundo.
Desde principio de este siglo, el cultivo de la naranja ha entrado en una seria crisis motivada por diversos factores: El exceso de oferta, la “compra a resultas” y la liberalización del mercado que permite la entrada en Europa de naranja más barata. Además, estas variedades son más tempranas y saturan el mercado varios meses antes de la cosecha española. Este próximo invierno, como en años anteriores, extensos campos de naranjas apenas serán recogidos o aprovechados por los agricultores a los que le sale más caro recoger la naranja del árbol que venderla. Asistimos al triste espectáculo de campos de naranjos llenos de frutos podridos tirados por los campos en años de crisis tan grande como la que nos afecta en este momento y que ha significado el empobrecimiento de tantas familias.
En esta situación, es necesario hacer muchos esfuerzos para buscar al campo valenciano alternativas, incluso desde la Economía ecológica, que permitan crear empleos verdes, pero para ello es preciso apostar por nuestros productos y apoyar el emprendimiento de proyectos nuevos.
La historia se repite a lo largo de los tiempos: economía local basada en el cultivo predominante de un alimento, entrada de productos más baratos que hunden la cosecha, fruta sin recoger en los campos y declive económico.
Pero precisamente porque esta situación es una constante en muchos lugares del mundo, también existen alternativas viables que ya se han experimentado y otras que merecen una oportunidad.

Como el naranjo se convierte en un monocultivo en Valencia
Hasta 1781 los naranjos en el Levante se utilizaban exclusivamente de forma ornamental o para marcar lindes entre dos huertos. El sacerdote Vicente Monzó Vidal, ayudado por sus dos amigos, el boticario Bodi y el notario Carlos Maseres, pusieron en marcha la primera plantación en Bassa del Rei, en Carcaixent.
El experimento exitoso se extendió rápidamente, beneficiándose primero del declive de cultivos como la mora o los cereales, y más tarde de la crisis del vino a finales del XIX a consecuencia de la filoxera. Durante todo el siglo XX la naranja valenciana vivió un gran momento ayudada por la exportación a países europeos.

Su hecatombe
Las condiciones comerciales que sufren los agricultores, son inaceptables en cualquier país desarrollado. Reflejemos algunas cifras y datos para entender la dimensión de la tragedia:
  • En muchos casos, el agricultor no vende las naranjas con un precio prefijado al operador (comerciantes o cooperativa). Existe un contrato de compra-venta, pero no siempre se usa. El agricultor entrega los cítricos y al final de temporada recibe una cantidad de dinero del operador. Expoliar la renta del agricultor bajo esta modalidad se denomina “compra a resultas”.
  • En la campaña 2005/06 el agricultor percibió el 68% menos respecto a 1997, según la Unió de Llauradors i Ramaders, los precios de dicha temporada fueron inferiores a los de hace 20 años. El agricultor ha sufrido un aumento en los bienes de consumo que necesita para vivir, sobre todo en la vivienda, mientras el valor de sus cítricos ha bajado vertiginosamente.
  • Mientras, los costes de producción aumentaron casi un 12% respecto a la media de los últimos cinco años. Con lo que los precios recibidos no cubrían ni los costes de producción.
  • Según el Censo Agrario, el campo valenciano perdió casi el 50% de los titulares de explotaciones entre 1989 y 2003. En los últimos años, los titulares de explotaciones jubilados aumentaron del 33,58% al 37,65%. Sólo el 1,7% de los agricultores tiene menos de 30 años.
  • De 2000 a 2004 la superficie citrícola disminuyó un 5% gracias en parte al negocio inmobiliario, que desgraciadamente supone la única vía de escape ante la agonía. Evidentemente pocos se benefician, mientras la metamorfosis de agricultura por cemento continua.
  • En la campaña 2006/07 y según el Ministerio de Agricultura, el descenso del precio de los cítricos para el agricultor fue casi 30 veces mayor que la media de los otros productos alimentarios. Esta disminución sitúa al naranjero como el agricultor que más ingresos perdió.
  • En la campaña 2007/08, la producción mermó un 25% respecto al año anterior, lo cual debería haber supuesto una ligera subida de los precios. Sin embargo ese aumento ha sido inexistente o muy pequeño, y muchos operadores han seguido comprando “a resultas”.

Si esta entrada del blog te ha parecido relevante, y quieres ayudarnos a mantenernos, agradecemos tu interés y participación. Y además, no dudes en escribir comentarios si quieres hacer alguna aportación.

Otros artículos de la serie “Alternativas para el cultivo de la naranja en Valencia”:

Fotografía: www.morguefile.com